Activos intangibles, ¿cuál es su valor en las empresas?
Tras el fuerte impacto de la COVID-19 sobre los fundamentales de las empresas es adecuado identificar y controlar los activos intangibles que están generando valor, ya que pueden convertirse en palancas de recuperación.
Pablo Ferreras, MRICS y director de Negocio y Estrategia de Alia Tasaciones
En una de las últimas entradas al blog, planteábamos la importancia de actualizar el valor de las empresas a la nueva realidad para la toma de decisiones estratégicas más acertadas. Pues bien, uno de los activos cruciales a analizar dentro de la valoración de empresas son los activos intangibles. Además, ahora mismo, tras el fuerte impacto económico que la pandemia de la COVID-19 está provocando en las empresas, un adecuado análisis cuantitativo de éstos puede complementar las estimaciones de riesgo financiero de las operaciones crediticias.
Nos encontramos en un momento de cambio acelerado, que nos enfrenta a una situación económica difícil y llena de incertidumbres, en la que, para marcar la diferencia con nuestros competidores, tendremos que poner aún más en valor los activos intangibles de las organizaciones: conocimiento tecnológico y humano, marca, procesos, cartera de clientes, reputación, derechos, contratos, patentes, etcétera.
Coincido con el consultor y profesor Xavier Marcet, que, en su artículo “Los otros virus” publicado en La Vanguardia a finales de marzo señalaba que, en pleno confinamiento, los activos prioritarios de las empresas deben ser sus equipos, sus clientes y su tesorería. Esta última es un tangible que está fuertemente tocado por la incapacidad de generar caja ahora mismo, para lo que los intangibles, las otras dos prioridades mencionadas, son elementos clave de recuperación. A estos tres, en mi opinión, deberíamos añadir además otro intangible, la tecnología, activo diferenciador que en el actual contexto es el que permite que todo siga funcionando, y más concretamente el software que cada uno estamos usando.
Los intangibles son activos fundamentales y deben ser gestionados. Si bien no son elementos claros de cuantificación directa en números y el balance de una empresa no los considera de forma directa, como sí hace, por ejemplo, con los activos físicos o los recursos financieros, y así nos centramos en gestionar lo que es ‘fácil de medir’, pero, trayendo a colación una frase de 1963 del sociólogo Edward Bruce Cameron: “No todo lo que se puede contar cuenta, y no todo lo que cuenta puede ser contado”, como vamos a comprobar.
Porque al final una empresa vale lo que es capaz de generar en el futuro. Y lo que es capaz de generar en el futuro es tanto más cierto cuanto más claras están las relaciones contractuales con potenciales clientes, más cualificado sea su capital humano o más potentes sean sus bases de datos. Efectivamente, incluso en el propio sector de valoración, una empresa de valoración vale tanto como información de mercado sea capaz de manejar e interpretar, información que hay que depurarla, almacenarla adecuadamente y procesarla para emitir unos informes de valoración.
La marca, otrora denostada por los consumidores, hoy es un intangible que está demostrando ser también un valor al alza. Estos días, la actualidad se ha llenado de acciones solidarias del tejido empresarial que están potenciando la valoración de las marcas.
Como decía, en un momento donde los fundamentales de las empresas van a caer es clave poner en valor los activos intangibles, porque van a convertirse en la palanca para la recuperación.
¿Para qué valorar los intangibles?
Las IVS (Normas Internacionales de Valoración) establecen cinco grupos de finalidades fundamentales dentro de lo que es la valoración de intangibles en la IVS 210, pero, en mi opinión, se podrían englobar en cuatro:
- Con el fin de tenerlos identificados y cuantificados en todo momento para el día a día (impuestos, litigios, reportes, análisis de deterioro…)
- Para la toma de decisiones estratégicas a partir de diferenciadores en el mercado
- Para comerciar con ellos (venta o cesión)
- Para obtener financiación, una financiación alternativa o complementaria o de soporte a la más tradicional a través de la banca.
Estos cuatro “para qué” son fundamentales ahora, pero los dos últimos son, además, posibles soluciones que empresas con problemas financieros pueden estar planteándose: vender o ceder alguno de tus intangibles o apoyarte en ellos de cara a obtener financiación.
La experiencia que estamos viviendo y adquiriendo pone de manifiesto que las empresas pueden trabajar desde ya para que su valor no tenga tanta dependencia de circunstancias externas. Pensemos por ejemplo en el sector hotelero, gran afectado en la crisis sanitaria. Las claves residen en identificar los intangibles que les están generando valor y saber gestionarlos adecuadamente, junto con la demanda y los costes.
Escuché también a finales de marzo a Genís Roca, arqueólogo y experto en digitalización e internet, hablando sobre la comunicación en tiempos inciertos. Señalaba que “quien controla el dato, controla el relato […] y compartir el dato permite otros relatos”. Aplicándolo a nuestros activos intangibles, tenerlos controlados en las empresas nos permite tener más campo con el que trabajar y más relato que tener de cara a tomar futuras decisiones.
Si quieres profundizar más sobre los activos intangibles, te invito a que leas esta otra entrada al blog.