Esta tecnología supone un cambio radical en la forma de realizar las transacciones de inmuebles al agilizar el proceso y facilitar la eliminación de intermediarios. Ello supondrá una reducción de tiempos y un ahorro de costes.
Fernando Vives, MRICS registered valuer y director técnico de Alia Tasaciones
En un horizonte no muy lejano, un ciudadano de EEUU, por citar un lugar alejado, podrá comprar una vivienda en España sin moverse del sofá y en tiempos récord, gracias al blockchain, los drones o la realidad virtual. Estas tecnologías que se integran en el ecosistema proptech implican un cambio radical en las operaciones de compraventa de inmuebles al agilizar el proceso y eliminar intermediarios, con el consiguiente ahorro de costes. Una diligencia que también es extensiva a la fase de validación de la tasación.
Visualicemos el procedimiento. A través de internet, el potencial comprador encuentra una vivienda que le interesa. Si es obra nueva y aún no está construida la realidad virtual le permite hacer un recorrido por el inmueble. En cambio, si es de segunda mano, un dron puede mostrarle cada rincón con una visión de 360 grados. Es decir, nuestro ciudadano estadounidense puede visitar su futura casa sin necesidad de desplazarse hasta España.
Llegado el momento de valorar el inmueble, el tasador también podrá servirse de este gadget aéreo para realizar las mediciones, ahorrándose igualmente el desplazamiento. Así, convertido en un Valuation Local Inspector (VLI), Inspector Local para Valoración, el técnico recibirá de forma automática y en tiempo real los datos tomados por el dron vía internet y los volcará en el informe de tasación. Informe que remitirá al valorador, que será quien valide el documento desde una óptica más interpretativa y menos auditora en su nuevo rol como Valuation Data Interpreter (VDI), Intérprete de Datos para Valoración. Ese documento será compartido con el banco y el comprador a través de una red blockchain, lo que acorta sin duda los tiempos en un entorno de máxima seguridad y transparencia.
Asimismo, también se volcarán el resto de documentos necesarios en la operación como el informe catastral, la nota simple, el certificado energético del inmueble, los planos, etc. En definitiva, blockchain se comporta como un libro de registros, donde la información vertida se verifica instantáneamente, simplificando el proceso, queda almacenada y es centralizada por todas las partes que integran la red. Nadie tiene un control por encima de otro. En cualquier momento, los miembros pueden consultar la información y actualizarla, pero no modificarla o borrarla gracias a su carácter de inmutabilidad. Además, cualquier cambio llega a todas las partes lo que reduce las posibilidades de fraude.
La única visita que no podrá evitar nuestro comprador extranjero es la del notario, que hoy por hoy es obligatoria para acreditar la escritura, el resto de intermediarios pueden ser suprimidos con la firma electrónica.
Es más, gracias a esta tecnología, se refuerza y se agiliza la protección de datos. De un lado, al manejarse de forma informática y no manualmente, la seguridad es mayor; de otro, para piratear la red sería necesario atacar todos los ordenadores conectados. En paralelo, desaparece la burocracia y, por ende, se acelera el proceso. Así, por ejemplo, hoy en día una tasadora necesita una autorización de los clientes del banco para usar sus datos en la tasación, lo que implica la firma de documentos de forma presencial, con blockchain y la firma electrónica ello desaparece.
Contratos inteligentes
Para más inri, esta tecnología abre las puertas a los contratos inteligentes. Esto es un código para verificar y hacer cumplir un contrato de manera automática. Son documentos que no necesitan intermediarios para su ejecución y se activan según hitos. Por ejemplo, en el seguro de la vivienda, si se da un parte, la tramitación del expediente se realiza de forma instantánea, a diferencia de la vía tradicional, que puede extenderse varios días. De este modo, los Smart Contracts ahorran tiempo para realizar la transacción, lo que se traduce en la posibilidad de cerrar un mayor volumen de acuerdos con un menor riesgo de fraudes, al estar controlado a través de protocolos informáticos.
Aunque aún asociamos esta tecnología al entorno financiero, como vemos sus aplicaciones en otros sectores son enormes por la confianza, seguridad, descentralización e inmutabilidad que la rodean. Las oportunidades que ofrece son enormes. Si bien, su desarrollo aún es incipiente y hay desafíos, como el hecho de que, aunque sea una red a prueba de piratas informáticos, estos buscarán el mecanismo para franquearlo, por lo que no hay que bajar la guardia. Asimismo, puede producirse, como reconoce RICS en su white paper “The Future of Valuations”, una posible falta de voluntad de las partes involucradas por compartir datos. Confiemos en que en un horizonte no muy lejano estas barreras se salven.