Los sellos de eficiencia energética para medir la sostenibilidad de los inmuebles

Esta megatendencia va más allá del ahorro energético y el beneficio medioambiental, busca aportar un bienestar social y saludable a las personas que ocupan los inmuebles. La sostenibilidad es una cualidad que aumenta la valoración de los edificios.

Oficinas centrales de Sanitas, en Madrid, certificadas con BREEAM.

Eva González, responsable de Desarrollo de Negocio de Alia Tasaciones 

Viviendas, oficinas, residencias, naves industriales o centros comerciales están dando un paso más hacia el camino de la sostenibilidad. Esta megatendencia va más allá del ahorro energético y el beneficio medioambiental, busca aportar un bienestar social y saludable a las personas, que ocupan el 90% de su tiempo en inmuebles. En el caso de lugares de trabajo, se extiende además a aspectos como nutrición, deporte, descanso mental y conciliación. No en vano, los entornos labores con altos niveles de confort aumentan la productividad del empleado. En definitiva, se busca mejorar la calidad de vida de la población a través de la innovación en materiales, tecnología y espacios.

El reto es todo un desafío en un momento en el que las medidas para frenar el cambio climático están siendo insuficientes, tal y como ha quedado de manifiesto en la XXV Cumbre del Mundial Climática (COP25), que prevé que si persiste la tendencia actual habrá un aumento de la temperatura de 3,2 grados, de sequías, incendios e inundaciones. En este sentido, la directiva europea de eficiencia energética en edificios (EPBD 2018/844) establece que en 2020 el consumo energético sea casi nulo en las construcciones a partir de una buena orientación de los inmuebles, buen aislamiento, instalación de placas fotovoltaicas, fachadas ventiladas, sistemas solares térmicos, biomasa, geotermía y energía eólica. De este modo se estima que el ahorro energético de los nuevos edificios sea en torno al 70%. La cuestión no es baladí, toda vez que los inmuebles son responsables del 40% de los gases contaminantes, según BREEAM. En nuestro país, por otra parte, los edificios que se deseen arrendar o vender deben disponer de un certificado de eficiencia energética.

Ante este escenario, los sellos de certificación energética son cada vez más relevantes a la hora de valorar los inmuebles y surgen nuevas modalidades que no solo miden la eficiencia energética, sino otros impactos como el consumo de agua, generación de residuos, contaminación acústica o condiciones de salud y bienestar. No son obligatorios, pero sin duda mejoran la valoración de los edificios. Estos son los principales:

 

Parque Tecnológico Actiu, Castalla (Alicante), certificadas con el sello Well.

El más joven es el estándar de construcción WELL (Well Building Standard), que pone precisamente el foco en las personas y el ambiente saludable antes que en el equipamiento o estructuras. Creado hace un lustro por la organización del veterano sello LEED en EEUU, certifica que el espacio evaluado garantizar la salud y bienestar de los ocupantes bajo siete aspectos del edificio: aire, agua, alimentación, iluminación, fitness, confort (adecuación del espacio para maximizar la comodidad térmica, acústica, olfativa y ergonómica) y mente (establecimiento de políticas de empresa que contribuyan a la reducción de estrés y mejorar el bienestar mental y emocional de los trabajadores). Atendiendo a estas áreas de actuación, el inmueble puede obtener una clasificación plata, oro y platino.

La certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) es una de las que tiene mayor proyección internacional. Se creó hace dos décadas (en 2006 llegó a España) y tiene en cuenta aspectos relacionados con el proceso integrador, localización y transporte del entorno, el desarrollo sostenible de los espacios libres de la parcela, eficiencia en el consumo del agua, uso de energías alternativas, calidad ambiental interior, selección de materiales y manejo de desechos en la construcción. Un edificio LEED puede ahorrar entre un 30% y 70% de energía, 30%-50% el agua, 50%-90% del coste de los residuos y reduce un 35% las emisiones de CO2. La clasificación se divide también en las mismas categorías que su hermano menor.

Oficinas centrales de Repsol, en Madrid, certificadas con LEED.

La más veterana y también con enorme visibilidad mundial es BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology). Se trata de la versión europea (Reino Unido), con casi tres décadas en el mercado (dos en España). Otorga al edificio una visión holística de sostenibilidad, al cubrir una gran cantidad de aspectos medioambientales en un sólo análisis, yendo más allá de las tradicionales normas de gestión medioambiental y abarcando el ciclo completo de la construcción. Una de sus ventajas es que está adaptado al idioma, normativa y práctica constructiva de cada país. La metodología incluye diversas categorías con una serie de objetivos que, si se alcanzan, otorgan créditos. Se puede obtener una calificación de aprobado, bueno, muy bueno, excelente o excepcional. En términos de costes, el sello BREEAM supone una reducción del consumo energético entre el 50% y 70%, del agua un 40% y del mantenimiento un 7,5%.

PASSIVHAUS (casa pasiva) es un estándar alemán constituido en 1991. Se basa en la comprobación de una serie de requisitos de sostenibilidad, como el aislamiento térmico, la calidad del aire de dentro del inmueble o el aprovechamiento de la energía procedente del sol. El Passivhaus Institut se encarga de calificar que la vivienda se adapta al estándar de estanqueidad del edificio. Un inmueble pasivo presenta varias características, entre ellas, la perfecta combinación de una elevada comodidad y calidad de vida en el interior con un consumo de energía bajo, unido a un precio asumible y asequible por parte de los usuarios.

Otro certificado de origen alemán es DGNB (Deutsche Gesellschaft für Nachhaltiges Bauen) fue desarrollado hace una década y en el que se evalúa la ubicación: distritos, urbanizaciones, barrios. Está basado en normas y estándares europeos, siendo aplicable en todo el mundo siguiendo las condiciones específicas de cada país para su implementación. Este procedimiento analiza los elementos fundamentales de la construcción sostenible: aspectos ambientales, económicos, socioculturales y funcionales, tecnología, procesos y emplazamientos. La clasificación, de mejor a peor, puede ser: oro, plata, bronce y blanco.

En España se desarrolló en 2002 el certificado VERDE (Valoración de Eficiencia de Referencia de Edificios) y calcula la reducción de los impactos sociales, económicos y ambientales del proyecto por comparación con un edificio modelo o de referencia. En función de la evaluación realizada a nivel de prediseño, diseño, construcción, uso y fin de vida del edificio y de las distintas condiciones (parcela, energía, recursos naturales, calidad del ambiente interior, etc.) se puede obtener una clasificación de 0 a 5 hojas verdes.